Fausto VII
Y aquí estoy, joven de 16 años por ya 6 siglos...Si pierdo la apuesta el alma también como zafarme quisiera saber del buen Mefistòfeles...Johanna ese era mi nombre, como el de la santa que según algunos estaba loca , al menos ese era mi nombre antes de que el tiempo avanzara, y con el la cantidad de vidas que he vivido.
Cargo la pesada carga (ha de valer la redundancia) que me legara el primer Fausto; que aburrido de tanto conocimiento y azorado por Mefistòfeles hizo aquella apuesta que pudriera casi por completo su alma.
El buen Goethe era su mejor amigo, quien tampoco escapara a caer en los juegos del que suelo llamar "buen" Mefisto. Ellos juntos me legaron entonces a mi; la última de la línea de ambos nombres; el esclavismo a las chapucerìas y artificios de tan dulce diablo, que según dice es solo una parte pequeña de un todo.
Hará ya trece años, se apareció ante mi como la más dulce visión, en mi momento de más necesidad, mi padre el buen doctor Fausto había muerto en un poco esclarecido accidente, no me basto esa pérdida sino que mi madre partió con él.
Lo recuerdo como si estuviera pasando mientras lo describo, tan claro, Estaba yo bajo el gran árbol que tanta sombra diera a mi padre durante sus lecturas, a un lado del estanque que tanto amara mi madre.
Era un joven hermoso. tan hermoso como la más bella de todas la mujeres y aun más, su edad indefinida se diría lozana juventud, unos hermosos rizos negros enmarcaban el rostro y la mirada fría que deslucía por completo con el todo, pero sonreía, y esa sonrisa era como el aparecer del sol durante el frió invierno...
El estanque estaba congelado (como mi corazón) y el árbol seco sin hojas ni frutos por venir (como mi alma).
Él, oportunista Señor de las moscas apareció en la hora de mayor desesperaciòn ha dar calor a mi alma, sin comprender completamente yo, que ese su dar tiene luego un muy elevado precio.
Muy tarde sabría yo todo lo que mi padre trabajo...